domingo, 9 de noviembre de 2014

Estapa 4: El trabajo de la Imagen: Una Lógica. Guy Gauthier - Problemáticas de la identidad, Leonor Arfuch,

Etapa 04: En esta última etapa nos basamos en el textos de Guy Gauthier, El trabajo de la Imagen: Una Lógica. Guy Gauthier hace una comparación entre los enunciados visuales y los lingüísticos, y retoma a Austin sobre lo performativo de la imagen. Plantea que el enunciado visual es débil o mejor dicho limitado a la hora de constatar, debido a que hay situaciones negadas para la imagen, como por ejemplo la conjunción, la disyunción, la causa y efecto, causa-consecuencia. La misma no es literal, no denota la realidad, aunque tengamos esto naturalizado, no representa sino que construye, y se termina de construir en la lectura de la misma. Así mismo provoca efectos a largo plazo (trabaja performativamente). Tomando estas teorías e ideas sobre la comunicación de la imagen, al circular por el pabellón tres de ciudad Universitaria nos encontramos con dichos enunciados (visuales y lingüísticos). Estos se encuentran planteados en las imágenes fijas que conviven entre sí, y que a su vez poseen diferentes características, por ejemplo los carteles políticos, cartel de la memoria, los grafitis, los cuadros institucionales y arquitectónicos que se encuentran en los puntos de acceso de los diferentes niveles (pisos), escaleras, ascensores, etc.
El mencionado cartel de la memoria, compuesto por fotos de los desaparecidos en la última dictadura militar que atravesó nuestro país, cuyo tamaño supera a los demás, se encuentra colgado desde el balcón que da al patio central, dándole una importancia y una presencia mucho mayor que los demás. Este cartel toca un punto importante que el autor hace referencia, y es la cuestión de la temporalidad de la imagen, aunque recreamos el enunciado desde el presente, la imagen se produjo en el pasado.
En la imagen funciona perfectamente esto que Gauthier menciona, vemos la imagen en tiempo presente, ya que rememora cuestiones y hechos importantes que no deberíamos olvidar y esta capacidad de transcribirse en un aquí y ahora, toma fuerza para hacer que la memoria se vuelva actual y activa en nosotros. Cuando la imagen llega al conocimiento del observador, ésta ya ha pasado necesariamente por lo/los enunciador/es, por lo cual el observador puede sustituirlo y vivir la imagen en presente, o asumir su papel de observador y vivirla en pasado.
La imagen emplea frecuentemente más energía que el habla, para este caso tomamos como ejemplo a los grafitis, obras de arte como pinturas y cuadros arquitectónicos institucionales (dibujos de edificios, planos de plantas y obras de arte) que se encuentran en las escaleras y pasillos del edificio. En ellos podemos observar la complejidad de los gestos del dibujante, el comportamiento físico del fotógrafo a la hora de tomar las imágenes, que dan más valor al acto de enunciación visual. Aunque presentes, estos rasgos no dan presencia atestiguada del enunciador, salvo que pasemos al plano del estilo. Las imágenes se vuelven más pregnantes que la palabra escrita, o sea que captan mas nuestra atención, y de hecho se pueden perturbar en el instante de su ejecución pero finalmente nos remiten fuera de ellas, a ejercer nuestro funcionamiento visual, capacidad de abstracción, experiencia lógica, cultural e histórica. Estas imágenes son las que están destinadas a dar dinero o gloria a su autor.
Toda Imagen puesta en circulación está destinada a convencer, las propagandas de partidos políticos tales como la Coneau, la Reforma, Coalición, etc, hacen que se generen diferentes posturas a la hora de decidir sobre los distintos usos cromáticos de los afiches, los formatos, tipografías, estructura y de ubicación que cada uno emplea en el espacio a la hora de elecciones y convocar adeptos al partido.
Siendo consecuentes en este sentido la imagen es un enunciado constativo débil y es en cambio un enunciado performativo de acción ampliamente diferida y con rendimiento incierto. Las posibilidades constatativas de la imagen son limitadas, su nivel de denotación es limitado, la negación no puede ser introducida en la imagen. Esta puede interpretarse pero es cultural, tiene que ver con códigos culturales aprendidos, convenciones sociales que entendemos por nuestras vivencias y nuestra experiencia.Todos estos conceptos son utilizados por los partidos a la hora de convencernos, de querer llamarnos la atención, con frases o dibujos provocativos. El uso de colores es identitario de cada uno y termina siendo a largo plazo una marca, una huella que nos queda impregnada.
Se conecta con esto último, el segundo texto al cual referimos que es el de Leonor Arfuch, Problemáticas de la identidad.
La identidad sería entonces no un conjunto de cualidades predeterminadas, (raza, color, sexo, clase, cultura, nacionalidad, etc.), sino una construcción nunca acabada abierta a la temporalidad, a los sucesos, solo temporariamente fijada en el juego de las diferencias, tan características y participativas que hacen identitarios a cada partido, el uso cromático, la puesta en escena de objetos y dibujos, símbolos e identidad tipográfica. Esta identidad tan democrática suele tener su contra al generar sectorizaciones.
No hay entonces identidad por fuera de la representación, es decir de la narrativización de cada partido, individual o colectivo. En este punto la cuestión reencuentra el concepto de Hobsbawm de “invención de la tradición” más que la “tradición” en términos propios.
Esa dimensión narrativa simbólica de la identidad, el hecho de que esta se construya en el discurso y no por fuera de él, coloca la cuestión de la interdiscursividad social, de las prácticas y estrategias enunciativas en un primer plano, las cuales vemos renovadas en cada elección informando sobre nuevas luchas y proyectos.
Asumiendo la dimensión narrativa / discursiva como configurativa de la identidad, se problematiza su “transparencia”, la tendencia a la naturalización, al asumirlo como un objeto dado, mero soporte de la argumentación. Por el contrario, y en particular en relación a la identidad de cada uno de los partidos políticos, estos adquieren una gran densidad significantes los léxicos, inflexiones, registros, jergas y tonalidades.
La dimensión performativa del lenguaje así como la operación misma de la narración como puesta en sentido (espacio / temporalización, puntos de vista, despliegues de la trama) son asimismo decisivas en toda afirmación identitaria y por ende, en todo intento analítico de interpretación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario