lunes, 22 de febrero de 2016

STUART HALL, La Hegemonía Audiovisual


El autor toma como punto de partida la idea que tiene la posmodernidad acerca de la comunicación como transparente y univoca. Su idea es que la comunicación es una práctica significante opaca, no clara  ni transparente. En el proceso de comunicación existe asimetría entre emisor y receptor, no se trata de dos polos, entidades iguales, sino que son sujetos concretos, reales, que tienen conocimientos y experiencias que los diferencian, no es una relación simétrica.
Acepta la asimetría y la opacidad de la comunicación. Sin embargo esto no significa que el intercambio no sea posible, porque esa opacidad se da dentro de determinados límites. Existen formas hegemónicas sociales, naturalización de ciertos códigos, enmarcación social, imposición ideológica

No entiende a la cultura de masas como manipulación, sino que entre la producción y recepción hay una acto. Productiva. El sentido no es único ni impuesto por la codificación, sino que se termina de configurar en la decodificación. Es posible que nos comprendamos porque entre codificación y decodificación existen formas codificadas hegemónicas. Nadie produce un mensaje sin atender a las formas aceptadas socialmente.
Hay FORMAS, limites de producción y reproducción del mensaje (lecturas preferentes) gracias a la ideología de la sociedad en la cual nos conformamos como sujetos.
Una trama social impone inconscientemente ciertos formatos dentro de los cuales tiene lugar la asimetría.

Realiza su estudio en el soporte televisión, proceso de comunicación que se lleva a cabo en el mensaje televisivo, y que puede ser aplicado a todo acto de comunicación. Piensa la comunicación como un todo divido en cuatro momentos:
  1. Producción
  2. Consumo/Circulación
  3. Distribución
  4. Reproducción
Estos siempre funcionan en forma integrada.
En el consumo, en la decodificación, es donde se produce la efectivizacion del mensaje, es el momento de apropiación donde se pone en funcionamiento el sentido del mismo. El mensaje se completa en el consumo, en la lectura, no hay sentido implícito, que venga dado sino que este se completa en la tensión.

El signo televisivo no es del todo arbitrario, está instalado socialmente y naturalizado como si fuera real, como si viéramos la realidad misma y como si se presenciara, cuando en realidad se trata de un recorte, de una construcción, de un punto de vista, una mirada. Es solo una forma de ver la realidad, no la realidad misma. El signo visual nos hace naturalizar y creer mucho más la realidad que un signo lingüístico. Lo que vemos es representación, no es la realidad. No es posible la objetividad de los medios, son miradas, la codificación y la forma de producirlo forman parte del mensaje.

Hall estudia las sociedades reales, concretas, cuyas prácticas producen significados. El proceso de producción del programa televisivo está estructurado en ideologías y creencias sobre quien es la audiencia que va a consumirlo. Se tiene en cuenta al otro, para que el mensaje tenga efecto tiene que significar, tener un efecto, ser traducido y transformado por las audiencias que lo consumen, debe generar significados para que el proceso sea completado. Por eso es que se utilizan estas formas hegemónicas aceptadas socialmente, en tanto generar efecto, codificar para ser decodificado.

Si bien codificación y decodificación no son equivalentes, esto no significa que interpretemos desde un vacío, o que realicemos cualquier lectura en el mensaje sino que toda nuestra carga cultural influye en nuestras lecturas, existen discursos dominantes que organizan nuestra vida, que instauran lecturas preferentes, patrones, códigos, signos que guían la lectura. Son formatos convencionales que compartimos por pertenecer a la misma sociedad.
Una LECTURA PREFERENTE tiene formatos convencionales, sociales, que son construidos y aceptados en la misma. Son dominantes, pero no determinantes, me guían en la lectura pero no es univoca, sino que hay amplitud para la interpretación. El productor no puede imponer el sentido, garantizar o prescribir la lectura. Pueden generarse malentendidos. Se intenta llegar lo mejor posible pero siempre va a haber diferencias entre las posiciones de codificación y decodificación.  Estas instancias no pueden ser nunca transparentes ni equivalentes. El codificador busca guiar las lecturas acortando la polisemia, haciendo uso de las formas hegemónicas pero no las determina.

Cada cultura tiene discursos dominantes, visiones del mundo que determinan un orden, aunque no sea univoco. Las distintas áreas de la vida social están organizadas por discursos que tienen significados dominantes o preferentes, hay dominios discursivos que organizan nuestra vida. Ordenamos y decodificamos los eventos y las experiencias en los distintos domicilios que conforman la realidad social. Existe un patrón de LECTURAS PREFERENTES que tienen que ver con la vida social, con la ideología, con las prácticas y creencias, con toda la estructura social en la que fuimos conformados como sujetos, con la vida cotidiana.
Estos dominios discursos dominantes, códigos que organizan nuestra vida son dominantes pero no cerrados porque no se trata de la asignación de un evento a su posición, a códigos preasignados, sino que se trata de una negociación de reglas de competencia y uso para reforzar y legitimizar la decodificación de un evento dentro del limite de definiciones dominantes en las cuales ha sido significado. Para entender un mensaje es necesario conocer el lenguaje, los términos y códigos empleados que son sociales.
La percepción selectiva que realiza el lector tiene límites y parámetros, existe un grado de reciprocidad entre codificación y decodificación, que se construye socialmente y que permite el intercambio entre los sujetos. Se trata de una negociación entre las lecturas que el mensaje suscita y las apropiaciones que los lectores hacen de el.




GUY GAUTHIER
El trabajo de la imagen, una lógica


Realiza una comparación entre la imagen, ENUNCIADO VISUAL, y la lengua, ENUNCIADO LINGUISTICO. Lleva la postura de Austin, de lo preformativo a la imagen. El enunciado visual es más limitado a la hora de constatar, de describir. La imagen constatativa es débil, porque hay cosas que le están negadas, la conjunción, la disyunción, la causa y efecto, causa-consecuencia. La imagen no tiene la posibilidad de mostrar esto, la imagen no es literal ni denota la realidad, aunque tengamos esto naturalizado. Hay operaciones que la imagen no puede realizar y el lenguaje si. La imagen funciona más bien performativamente, la imagen no representa sino que construye, provoca efectos. El sentido de la imagen se termina de construir en la lectura de la misma.
La constatación de la imagen es solo un primer nivel de aproximación, la imagen a más largo plazo tiende a cambios en profundidad. La imagen es un enunciado constatativo débil, y es en cambio un enunciado preformativo de acción ampliamente diferida y con rendimiento incierto. Las posibilidades constatativas de la imagen son limitadas, su nivel de denotación es limitado, la negación no puede ser introducida en la imagen.
La imagen fija ignora la negación, y tiene dificultades para expresar la causalidad.
Esta puede interpretarse pero es cultural, tiene que ver con códigos culturales aprendidos, convenciones sociales que entendemos por nuestras vivencias y nuestra experiencia.

Vemos la imagen en TIEMPO PRESENTE, es difícil hablar de la temporalidad de una imagen, porque recreamos el enunciado desde el presente, cuando la imagen se produjo en el pasado. Cuando la imagen llega al conocimiento del observador esta ya ha pasado necesariamente, por lo cual el observador puede sustituir al        enunciador y vivir la imagen en presente, o asumir su papel de observador y vivirla en pasado. El futuro en la imagen se ve excluido.
En la imagen no hay presencia atestiguada del enunciador, salvo en el estilo.

La imagen se caracteriza por un procedimiento metonímico-metafórico:
No puede representar relaciones lógicas entre los elementos que la componen.
Utiliza la semejanza y la selección de semas correspondientes a las exigencias de la cultura que conocen del objeto solo sus funciones, y transpone comparativamente estos semas en equivalentes gráficos.




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